Trump y la inmigración legal: temor entre trabajadores calificados
Durante su reciente campaña presidencial, Donald Trump sorprendió al destacar la importancia de los trabajadores inmigrantes legales en Estados Unidos. “Queremos trabajadores y queremos que vengan legalmente”, afirmó en un evento de Univisión. Sin embargo, su historial previo y los nombres asociados a su posible administración han encendido alarmas entre titulares de visas y especialistas en inmigración.
Trump anunció su intención de designar a Stephen Miller como subdirector de política, un asesor conocido por endurecer las políticas migratorias durante su anterior gobierno. Miller, defensor de la idea de que “Estados Unidos es sólo para los estadounidenses”, fue pieza clave en la creación de barreras burocráticas que dificultaron la inmigración legal, aunque sin modificar directamente las cifras totales antes de la pandemia.
Restricciones silenciosas y crecientes temores
Entre 2016 y 2019, las tasas de rechazo de visas H1B y L1 aumentaron significativamente bajo su administración. Además, las «solicitudes de evidencia», que exigen documentación adicional, se volvieron frecuentes, lo que ralentizó procesos y aumentó los costos para empleadores y trabajadores. Los tiempos de espera para trámites migratorios crecieron en promedio un 46%, según la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración.
Bajo la administración de Joe Biden, se implementaron medidas para aligerar esta burocracia, como la eliminación de entrevistas innecesarias y el tratamiento simplificado de renovaciones de visas. No obstante, expertos anticipan que un segundo mandato de Trump podría revertir estos avances, recrudeciendo los requisitos y aumentando la incertidumbre para inmigrantes legales.
Grupos vulnerables: indios, chinos y graduados extranjeros
Los ciudadanos de India y China, que constituyen una gran proporción de los inmigrantes calificados, enfrentan desafíos particulares debido a límites en las tarjetas verdes (green cards) basadas en empleo. Estos topes, establecidos en 1991, restringen las residencias permanentes otorgadas a un país, dejando a muchos atrapados en un ciclo de renovaciones de visas temporales.
La comunidad de trabajadores calificados teme que Trump reduzca aún más los periodos de gracia para quienes pierden sus empleos bajo una visa H1B. Actualmente, los afectados tienen 60 días para encontrar un nuevo empleador que patrocine su visa antes de ser obligados a salir del país, pero ese periodo podría acortarse, incrementando el riesgo de deportación.
Jules, una abogada nacida en China que ha vivido en Estados Unidos desde la adolescencia, relata el estrés de las demoras durante el gobierno anterior de Trump: “Una renovación de mi visa tardó dos años. No podía viajar mientras esperaba. Fue traumático”. Ante la posibilidad de nuevas restricciones, muchos profesionales como ella evalúan alternativas en países como Canadá o Australia.
¿Qué esperar de un segundo mandato?
Aunque Trump promete una “puerta grande y hermosa” para la inmigración legal, los antecedentes indican lo contrario. Según David Bier, del Instituto Cato, un think tank libertario, es probable que su administración elimine los avances recientes en simplificación de trámites y dificulte aún más la entrada y permanencia de inmigrantes legales.
La incertidumbre que generan estas políticas no solo afecta a individuos, sino también a empresas que dependen de talento extranjero, desde gigantes tecnológicos hasta startups. Para muchos, las próximas decisiones del presidente electo determinarán si Estados Unidos sigue siendo un destino atractivo o si otros países se convierten en refugios para el talento global.