Política, derecho, diplomacia, civilización, bajo amenaza con Trump

enero 9, 2025
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El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos marca un punto de inflexión para el orden mundial. Su discurso y estilo de liderazgo, basados en la imposición y la confrontación, representan un desafío directo a los pilares que sostienen la civilización moderna: la política como búsqueda de consensos, el derecho como base de justicia, y la diplomacia como herramienta para evitar conflictos.

Trump, ahora presidente número 47 de la mayor potencia del planeta, asume el cargo con la firme intención de reafirmar la supremacía estadounidense, sin importarle las repercusiones globales. Bajo su administración, la ética política parecerá reducirse a una sola premisa: «El bien de mi país está por encima de todo». Esta visión, aunque celebrada por muchos de sus compatriotas, podría convertirse en una pesadilla para el resto del mundo, en especial para sus vecinos inmediatos: México y Canadá.

El estilo de Trump no da lugar a matices. Con un enfoque que privilegia la fuerza por encima de la negociación, la política internacional bajo su liderazgo podría derivar en una era marcada por la antipolítica y la antidiplomacia. “Harán lo que yo quiero. No tienen opción”, es una frase que encapsula su enfoque, y que promete ser la base de su relación con otras naciones.

El impacto será particularmente notorio en cuestiones clave como el comercio, la migración y la seguridad fronteriza. Con el control de estos factores, Trump tendrá un poderoso arsenal para imponer su voluntad. La democracia, al menos en apariencia, seguirá siendo su disfraz perfecto, mientras aplica políticas que podrían exacerbar las tensiones y profundizar las desigualdades globales.

La diplomacia, en esta visión, se convierte en un instrumento unilateral. Nada de acuerdos mutuos ni de gestos de buena voluntad; todo se decidirá bajo los términos de quien tiene el poder. El refinamiento y las formas que caracterizan las relaciones internacionales serán reemplazados por la descortesía, el desdén y la prepotencia.

Para los estadounidenses, el enfoque de Trump puede ser percibido como una protección de sus intereses. Pero para el resto del mundo, sus acciones pueden convertirse en una amenaza constante. Con la palanca del miedo y la coerción, Trump buscará consolidar su poder al estilo de los tiranos: imponiendo su voluntad con mano dura.

El Derecho de Gentes, base de la coexistencia pacífica entre las naciones, también estará en riesgo. Este sistema, que ha sido fundamental para evitar guerras y promover acuerdos históricos, podría ser erosionado por una administración que prioriza el interés nacional sobre los principios universales de justicia y humanidad.

El retorno de Trump a la Casa Blanca no solo significa un cambio de liderazgo; implica también la posibilidad de una involución en los valores que sostienen la civilización moderna. La política, el derecho y la diplomacia están bajo amenaza, y con ellos, el progreso que la humanidad ha logrado tras siglos de esfuerzo colectivo.